Por María Vigo McMacken

A mi edad de 80 años, muchos me preguntan cuál es la razón primordial por la cual yo me encuentro con la mejor salud física y mental, de mi vida. A todos les explico que una de las lecciones más importantes para mí ha sido el internalizar y tomar acción sobre la interconexión que existe con todo en la vida. Esto me abre paso a disfrutar de una vida más provechosa y con más significado.

Con los años aprendí cuan universales son los ecosistemas en el mundo. Se encuentran en nuestro cuerpo y el de los animales; en el reino vegetal, en el medioambiente, en la atmósfera, en los océanos, en toda la naturaleza. Debido a la interdependencia entre sus miembros, en un ecosistema todo está conectado, y cualquier actividad afecta todo el sistema. Como pertenecientes al ecosistema de La Tierra, nuestras acciones como humanos tienen repercusión, y aquí presento una oportunidad perfecta para impactar al planeta positivamente. Nuestra selección alimenticia nos provee la oportunidad de en gran parte remediar tres crises que con las cuales nos enfrentamos:

• la crisis abrumante de enfermedades crónicas que nos abruman y acortan la vida prematuramente; 

• la destrucción del medioambiente que da lugar a cambios climáticos, incluyendo huracanes más frecuentes e intensos; 

• la innecesaria crueldad hacia un numero inmenso de animales inocentes.

  Es gratificante saber que, por ser parte de este ecosistema, mi escogido consciente de alimentos contribuye a remediar situaciones existenciales y urgentes.

  Por aquí comparto un ejercicio que practico para afirmar mi conciencia sobre mi interconexión en el planeta y mi compromiso para tomar acción positiva:

Y ahora solo los movimientos como práctica.

Y aquí para quien disfrute el baile basado en Tai Chi.

Todo esto colma mi vida de esperanza y de vitalidad.